El hombre del pantalón gris by Wolfgang Ecke

El hombre del pantalón gris by Wolfgang Ecke

autor:Wolfgang Ecke [Ecke, Wolfgang]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1987-06-15T00:00:00+00:00


—Seguro que el señor barón no les ha prohibido aceptar cinco libras como una pequeña atención, ¿verdad?

Villa se queda parado por un momento. Durante unos segundos su mirada brilla de codicia. Y casi tan rápidamente como ha aparecido, desaparece el billete. En esta ocasión hacia el bolsillo de Frank.

Con una profunda inspiración vuelve a sentarse.

—No puedo recordar que el barón nos haya efectuado esta prohibición. Y tú, Gwenny, ¿te acuerdas?

La señora Villa se limita a mover la cabeza sin decir nada.

—Entonces, señor, ¿qué quiere saber?

Perry empieza a hacer una retahíla de preguntas. Son preguntas cuyas respuestas no le interesan nada, ya que está perfectamente informado. Pasa casi media hora con este juego de preguntas y respuestas. Pero a continuación Perry plantea como de pasada una cuestión que no parece tener ninguna relación con sus anteriores preguntas. ¿O sí?

—¿Dígame, señor Villa, que ha sido de Kathrin?

Villa se ha quedado desconcertado de entrada. Después pregunta inocentemente:

—¿De Kathrin? ¿Se refiere usted a Kathrin Gillan?

Perry no exterioriza la enorme tensión de su interior. Con la más inocentona de las expresiones, confirma:

—Sí, Kathrin Gillan; éste era su nombre.

—Está en el hospital. Por lo que sé, ha debido ser operada del apéndice.

—¡Ah! ¿Es un hospital de Londres?

—No, en St. Anna-Stift, en Hertford. Pero ¿por qué pregunta por Kathrin?

Perry sabe que ahora ha de contestar, si no quiere suscitar sospechas. Y lo hace tranquilamente, como si sólo quisiera informarse de una persona.

—A menudo la vi aquí, en la casa. Cuando vine la última vez me llamó la atención no verla.

Frank reflexiona un momento frunciendo las cejas. Después se rasca pensativo la barba sin afeitar.

—Kathrin no ha estado nunca en esta casa. Administra la casa de campo de Hertford.

Perry respira aceleradamente. Impasible, se le ocurre decir:

—¡Ah, sí! Quizá me he equivocado. —Y ahora de repente, tiene mucha prisa.

Ceremonioso, se inclina ante Villa.

—Ha sido muy amable, Frank. Si alguna vez puedo servirle en algo, venga al «Daily Mirror».

—Lo recordaré muy bien, señor —ríe Frank con aire adulador.

Cuando Perry ya está en la puerta, se vuelve otra vez.

—El próximo domingo apueste por «Fortuna», que ganará la carrera.

Antes que Villa pueda aún entablar una conversación más larga, Perry ya ha desaparecido por un lado de la casa. En el mismo momento ha tocado el dado e, invisible, recorre el mismo camino de cuando vino.

Perry se ha puesto de muy buen humor. Tiene una poderosa sospecha. Y cuanto más piensa en esta sospecha, más seguro está de que algo de verdad ha de haber en el fondo de sus pensamientos.

Presto, mientras va silbando, vuelve rápidamente a su apartamento de Norwood.



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